En Madrid, el 27 de noviembre, se ha producido un giro significativo en el ámbito político local con la dimisión del secretario general del PSOE-M, Juan Lobato. Este anuncio se desata tras una serie de controversias provocadas por la divulgación de un registro notarial que contenía una conversación con un alto funcionario de Moncloa. En dicha conversación, se hacía referencia a un email en el que se supuestamente se confesaban delitos fiscales por parte de la pareja de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.
La decisión de Lobato de renunciar se ha materializado después de que el martes, en un acto desafiante, se manifestara en contra de la cúpula del partido, sosteniendo su posición al frente de la Secretaría General. En su comunicado, el dirigente socialista denunciaba un “linchamiento” por parte de otros miembros del partido, lo que evidenciaba la tensión interna que ha ido creciendo en las últimas semanas. En una carta dirigida a la militancia y remitida a los medios, comunicó: “He tomado la decisión de no continuar”.
Este desenlace parece marcar un punto final a las exigencias casi unánimes dentro del PSOE-M que reclamaban su dimisión, alegando que su actuación había significado una "traición" a los principios del partido. Según fuentes cercanas, el cuestionamiento sobre su liderazgo comenzó a manifestarse en público desde el lunes, alcanzando un clímax en su condena por parte de otros miembros del partido al día siguiente. En este contexto, los socialistas madrileños ahora depositan sus esperanzas en la llegada del ministro de Transformación Digital y Función Pública, Óscar López, quien se perfila como una figura clave de Ferraz para reestablecer la estabilidad en una federación que ha vivido recientes y tumultuosos episodios políticos.
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