La Armada Invencible es uno de los episodios más famosos de la historia naval de España. Se trata de una flota de guerra enviada por Felipe II en 1588 con el objetivo de invadir Inglaterra y derrocar a la reina Isabel I. Aunque la Armada no tuvo éxito en su misión, su legado perdura en la memoria colectiva y ha sido objeto de numerosas interpretaciones a lo largo de los siglos.
La Armada Invencible fue el resultado de décadas de conflictos entre España e Inglaterra. Desde que Isabel I ascendió al trono en 1558, las tensiones entre ambos países aumentaron, agravadas por cuestiones religiosas y comerciales. La llegada de Felipe II al trono español en 1556 intensificó aún más la rivalidad, ya que el monarca católico veía a la Inglaterra protestante como una amenaza para la unidad de la fe en Europa.
En 1585, Felipe II decide preparar una invasión a gran escala de Inglaterra, conocida como la "Empresa de Inglaterra". Para ello, se construyó una gran flota de guerra compuesta por más de 130 naves y más de 30,000 soldados y marineros. El objetivo era desembarcar en la costa inglesa, unir fuerzas con los católicos locales y derrocar a Isabel I.
La preparación de la Armada Invencible fue un proceso complejo que involucró a diferentes regiones de España, incluida la capital, Madrid. La ciudad se convirtió en un importante centro logístico y de aprovisionamiento para la flota, ya que desde allí se coordinaban los envíos de suministros, tropas y armamento hacia los puertos de partida en el norte de España.
En los astilleros de Madrid se construyeron y repararon numerosas embarcaciones que formarían parte de la Armada Invencible. Además, la ciudad acogió a un gran número de soldados y marineros que esperaban su embarque hacia los puertos de Sanlúcar de Barrameda y Lisboa, donde la flota se reuniría para zarpar hacia Inglaterra.
El 29 de julio de 1588, la Armada Invencible enfrentó a la flota inglesa frente a la costa de Gravelinas, en el norte de Francia. La batalla fue intensa y sangrienta, con constantes intercambios de fuego entre ambas flotas. A pesar de la superioridad numérica de la Armada Invencible, la flota española no logró infligir un golpe decisivo a los ingleses.
La falta de coordinación entre los diferentes comandantes de la Armada y las malas condiciones meteorológicas jugaron en contra de los españoles. Finalmente, la flota decidió retirarse hacia el norte, buscando refugio en los puertos de Flandes y Holanda. La Armada Invencible sufrió graves pérdidas en la batalla, perdiendo alrededor de 50 naves y miles de hombres.
Tras la batalla de Gravelinas, la Armada Invencible intentó regresar a España a través del Mar del Norte y el Canal de la Mancha. Sin embargo, la flota española fue acosada por las fuerzas navales inglesas, que llevaron a cabo una serie de escaramuzas y ataques que diezmaron aún más las filas de la Armada.
Finalmente, la Armada Invencible logró regresar a los puertos españoles en octubre de 1588, aunque en un estado lamentable. Las pérdidas materiales y humanas fueron enormes, y el fracaso de la expedición fue un duro golpe para la Corona española y para la reputación naval de España.
La derrota de la Armada Invencible tuvo un impacto duradero en la historia de Madrid y de España en general. A nivel político, el fracaso de la expedición minó la posición de Felipe II como líder de la Contrarreforma y debilitó la hegemonía española en Europa.
En Madrid, la noticia de la derrota fue recibida con consternación y desilusión por la población, que había depositado grandes esperanzas en el éxito de la Armada. Muchos familiares de los marineros y soldados fallecidos en la expedición lamentaron su pérdida, y se organizó una campaña de ayuda para los supervivientes que regresaron a la ciudad.
A pesar de su fracaso militar, la Armada Invencible dejó un legado duradero en la historia de España y de Europa. El mito de la flota invencible que desafió a las potencias protestantes y fue derrotada por la mano divina perduró en la tradición historiográfica española durante siglos.
En la actualidad, la Armada Invencible es recordada como un símbolo de la ambición y la grandeza de la España de los Habsburgo, pero también como un recordatorio de los peligros de la arrogancia y la falta de preparación en la guerra. La expedición de 1588 sigue siendo objeto de estudios e interpretaciones en la historiografía moderna, y continúa fascinando a historiadores y curiosos por igual.